Los kappa (河童)

En los albores del tiempo, cuando las montañas de Japón eran hogar de espíritus errantes y los ríos serpenteaban como venas de energía que conectaban el cielo y la tierra, las criaturas sobrenaturales habitaban entre los hombres. En aquel entonces, el equilibrio entre lo humano y lo místico no era una mera leyenda, sino una realidad cotidiana.
Entre estos seres, hay uno que destaca por su ambigüedad y complejidad: el kappa, un ser mitad tortuga, mitad humano, que se mueve con la gracia de un pez y la astucia de un zorro. Los kappas son yokais, espíritus caprichosos y a menudo peligrosos, que moran en los cuerpos de agua dulce de Japón, como ríos, estanques y lagos. Su piel, de un color verde musgo, y su rostro, marcado por grandes ojos amarillos y una mueca permanentemente burlona, delatan su naturaleza ajena a la humanidad. Pero lo que realmente los define es el peculiar cuenco en forma de charca que tienen en la cabeza, lleno de agua de su hogar. Este líquido es la fuente de su fuerza vital, y perderlo significaría su completa debilidad.
En tiempos ancestrales, los kappas eran temidos por su naturaleza traviesa y su poder para controlar las aguas. Los campesinos dejaban ofrendas junto a los ríos para aplacar su ira y ganarse su favor, especialmente durante las temporadas de cosecha, cuando los kappas se volvían más activos.
A pesar de su aspecto temible y sus travesuras, los kappas poseen un extraño sentido del honor. Son criaturas inteligentes y complejas, capaces de establecer pactos y mantener promesas si se les muestra el debido respeto. Aquellos que se atrevían a enfrentarlos o engañarlos se encontraban con la furia de la corriente y el azote de las lluvias torrenciales. Pero a quienes los trataban con reverencia, los kappas podían revelarles secretos olvidados del mundo natural y las artes de la sanación.
En el folclore, los kappas a menudo son asociados con el pepino, un humilde vegetal que, a ojos humanos, no tiene nada de especial, pero que para ellos es un manjar. Las familias solían lanzar pepinos grabados con sus nombres al río para que los kappaslos comieran y, a cambio, los dejaran tranquilos. La conexión entre el kappa y el pepino es tan profunda que incluso el popular maki-sushi relleno con este vegetal es conocido como “kappa-maki”.
Hace milenios, durante la era de los mitos y las leyendas, los kappas eran más que simples espíritus acuáticos. Eran guardianes del agua, protectores de los ciclos naturales que regían la vida y la muerte en Japón. Sin su presencia, el equilibrio entre los elementos se rompería. Por eso, a pesar de su naturaleza inquietante, algunos humanos se aventuraban a formar alianzas con estos yokais, ofreciendo sus cosechas o sus respetos a cambio de buenas cosechas o sabiduría ancestral.



El Kappa de Kappabashi en Taito-ku, Tokio